Historia de Indio Rico

«Algo de Historia de nuestra Patria Chica»

Escribe: Hugo Fernandez.

Amigos de Aborigen Digital, en pequeñas entregas iré desgranando esto que dimos en llamar “Algo de Historia de nuestra Patria Chica”

Nuestra Patria Chica tiene un arroyo que serpentea por la llanura a unos pocos metros de la localidad, que con sus bajas barrancas (casi ausentes) y un pequeño caudal de agua nos da el nombre. Cosa sencilla se puede decir y hasta lógica, pero … cada vez que comienzo a escribir algo sobre nuestro pueblo, y principalmente a sus inicios, me encuentro con algunas raras coincidencias y apreciaciones erróneas sobre ese nombre, que a mi se me hace mágico, “Indio Rico”.

Pero eso no es todo, da la impresión que existió mucho antes de ser pueblo o paraje, distintos motivos que parecen difíciles de explicar. Si a esto le agregamos que desde hace tres o cuatro años a la entrada del pueblo la Dirección de Cultura de la Municipalidad de Coronel Pringles puso un cartel informativo sobre el lugar, donde toman gruesos errores de un historiador, donde nos relaciona con un arbusto (sin aclarar el motivo) que fue imposible que existiera en nuestro medio, el caldén.

¿Le parece poco?, bueno también nos “cascoteo” el cielo. (1)

¿Cómo nace nuestro pueblo?, por  el  tendido  del  ramal  ferroviario, en  sus inicios Sud, luego General Roca.

La  empresa  ferroviaria  (inglesa)  solicita  en  el  año  1924  al  Honorable Congreso de la Nación, concesión para construir el tendido de un ramal entre las  estaciones  de  Juan  Eulogio  Barra  y  Coronel  Dorrego (abarcando  los partidos  de  Adolfo González Chávez, Coronel  Pringles  y  Coronel Dorrego), con cinco estaciones intermedias, a saber: Prospero Lassalle, La Sortija, Indio Rico, Nicolás Descalzi  y  El Zorro. De  este quinteto, solamente se consolidó como pueblo el nuestro (oportunamente detallaré el motivo fundamental para que eso ocurriera).

El 22 de Septiembre de 1926 desde la Nación autorizan el tendido de la red, iniciando  las  tareas  poco  tiempo  después,  hecho  muy  positivo  para  el progreso de las comarcas mencionadas.

De acuerdo a un decreto del Poder  Ejecutivo, para los nombres a establecer en  las  distintas  estaciones  se  debía recurrir a la toponimia del lugar. En el caso que nos ocupa, “Indio Rico”, tomando el nombre del arroyo cercano a la localidad  y  que  sirve  como  límite  entre  el  distrito  de  Coronel Pringles  y Coronel Dorrego.

Muchos cursos de agua tienen su “historia”, este posee la suya, comenzando (hasta donde se sabe) en el transcurso de 1833.

El 22 de marzo de aquel año comenzaba en San Miguel del Monte con rumbo a  Bahía  Blanca, la  marcha  de  la  División  izquierda  de  la  Expedición  al Desierto. Comandaba  la  misma  el  Brigadier  General  don Juan Manuel de Rosas, estando  compuesta  por  2.010  hombres, entre  soldados,  oficiales, personal de maestranza, médicos, astrónomos e ingenieros, entre los que se encontraban  Nicolás  Descalzi  y  Feliciano  Chiclana  (con  el  tiempo relacionados  con  Indio  Rico).  Para  marcar  la  imponente  organización, acompañaban varias decenas de carretas cargadas de víveres y esposas de los  soldados  y  6.000  caballos,  por  mar  lo  hacían  dos  naves  con  una tripulación de 25 marineros (con las que luego reconocerían los ríos Negro y Colorado).

Rosas  y  los  suyos  sabían  que  iniciaban  un  nuevo  capítulo de la historia argentina, pero  no  podían  imaginar  que  también lo harían muy pocos días después a la de nuestra Patria Chica.

A esta  División  se sumaron  en  Tapalque  varios  caciques amigos con 600 indios, todos  como  auxiliares de la  expedición, esto  ocurría  el  3   de  abril.

El día 19 acampan a orillas del  arroyo Achiras Grandes, a  pocos  kilómetros de lo que hoy es la ciudad de Coronel Pringles, al día siguiente lo hacen en el arroyo Guetzu Gueyu, allí Juan Manuel de Rosas deja una posta, quedando a cargo de la misma el Teniente  Juan  Bautista  Lòpez, siendo  éste  la primera autoridad  del  gobierno  en  lo  que  es  hoy  el  distrito  de  Coronel  Pringles.

Rosas con su  expedición siguieron rumbo a Bahía Blanca, luego desde allí al río  Colorado,  el  Negro, etc.. El Brigadier había dispuesto desde el lugar de partida (Monte) hasta el campamento de río Colorado 21 postas para hacer un enlace de comunicación. Desde la patagonia, visitando posta por posta llegó hasta la del Guetzu Gueyu ò Indio Rico el naturalista Carlos Darwin, quien desde allí visito las sierras.

Después  de  muchos  meses  de  lucha  contra  el  indio  retornó a  Buenos  Aires, casi  parecía  finalizada  la  tarea  de correr  o  eliminar al  natural  del  lugar, pero las luchas   internas del  gobierno  no  lo  permitieron  y  se  precisaron cincuenta años para concluirla.

Tenemos que recordar que anterior a esta expedición, desde Noviembre de  1826 hasta fines de Enero de 1827 Federico Rauch (de origen prusiano, ex oficial de Napoleón Bonaparte que se incorporó al ejercito en 1820) organizó una expedición a la zona del arroyo Sauce Grande y Sierra de la Ventana, trajo 1.200 hombres, 4 cañones y 900 indios auxiliares (400 del cacique Negro y 500 del cacique Catriel) para completar el exterminio que había iniciado él en su incursión del mes anterior.

El Coronel Rauch dispuso el ataque de una manera en la cual los indios no pudieron escapar, a pesar de defender heroicamente sus vidas dentro del agreste lugar, quedaron para siempre en el lugar los guerreros, mujeres y niños. (2)

Casi todas las incursiones militares al “desierto” pampeano tuvieron la misma finalidad, la ocupación de la tierra y apoderarse del ganado. Algo que nunca se reconoció y fue derramando la sangre indígena como fue con el exterminio de Rauch que comenté anteriormente.

Quizás de esa manera se pueda entender por que lucharon denodadamente algunos caciques y sus guerreros hasta los años setenta con incursiones y malones que los llevaban más allá de la línea de fortines.

Como les decía en unas líneas antes sobre las luchas internas del gobierno que llevó a retrasar el apoderamiento definitivo de las tierras, también se sumo a eso las incursiones de algunos indios, aquellos que se resistieron a incorporarse a la población blanca. Los que se radicaron cerca de las poblaciones criollas, pero los vicios pocos recomendables (alcohol, juego, etc.) heredados de los habitantes urbanos hacían que su proceder no fuera el correcto, terminando en peleas o robos. Las decisiones individuales de los jefes de fortines que en muchas ocasiones diferían y mucho de lo que pretendía el gobierno de Buenos Aires. Una buena cantidad de hechos que posiblemente no hubieran ocurrido, si todo lo expuesto y sugerido en sus trabajos presentados oportunamente por el Coronel García (nuestro “héroe”) a los distintos gobiernos se hubiera aplicado debidamente.

pedro_andre_garcia ¿Quién fue García? Pedro Andrés García nació en España, Santander, en el año 1758. A los 19 años, siendo alférez real, se incorporó al cuerpo de ingenieros e integró la expedición del virrey Cevallos al Río de la Plata. Participó en la campaña que Cevallos llevó a cabo contra los portugueses para desalojarlos de la Colonia y más tarde ocupó en Buenos Aires cargos administrativos. Nombrado capitán del cuerpo de Càntabros, se destacó en la defensa de Buenos Aires durante las invasiones inglesas. Liniers premió su actuación nombrándolo comandante del regimiento. En ese puesto se desempeñó muy bien en la represión de Alzaga. Incorporado al movimiento que culminó con la Revolución de Mayo y consustanciado totalmente con el espíritu criollo, se manifestó por la deposición del virrey Cisneros. La Primera Junta lo nombró coronel jefe del regimiento número 4.

Al servicio de la joven nación cumplió una intensa actividad, principalmente en los problemas de fronteras con los indios. Su contacto con las poblaciones rurales, el continuo trato con los aborígenes y su participación en la histórica expedición de Juan de la Piedra a la Patagonia (1777-1778), lo colocaron como uno de los más expertos asesores del gobierno para el enfoque de dicho problema.

Lamentablemente las luchas internas hicieron desperdiciar muchos de sus esfuerzos y desoír sus consejos.

García dejó en numerosos documentos el producto de sus experiencias y reflexiones, casi sin ser tenidas en cuenta por los gobernantes de turno.

El veía que el fin de la guerra con el indio no estaba en mantenerse a la defensiva esperando sus malones, sino penetrar hasta los límites del desierto y asentar poblaciones en lugares estratégicos, poblaciones a las que se debía incorporar la raza vencida, ganando a los hombres de la tierra para el trabajo, “hacer de ellos una misma familia con nosotros, extender nuestras poblaciones hasta la cordillera famosa de Chile, incorporando toda la Patagonia al territorio nacional”.

Pedro Andrés García falleció en Buenos Aires el 21 de abril de 1833 cuando contaba con 75 años de edad, con su larga labor sobre la frontera siguió trabajando su nieto Álvaro Barros. Dejando los siguientes trabajos:

“Diario de un viaje a Salinas Grandes en los campos del Sud de Buenos Aires (1810)”

“Memoria sobre la navegación del Tercero y otros ríos que confluyen al Paraná (1813)”

“Nuevo plan de fronteras de la Provincia de Buenos Aires, proyectado en 1816, con un informe sobre la necesidad de establecer una guardia en los manantiales de Casco, o Laguna de Palantelen”

“Informe sobre fronteras al Excelentísimo señor Gobernador de la Provincia (15 de junio de 1820)”

“Diario de la expedición de 1822 a los campos al sud de Buenos Aires desde la Sierra de la Ventana, al mando del coronel Pedro Andrés García, con las observaciones, descripciones y demás trabajos científicos ejecutados por el oficial de ingenieros don José María de los Reyes”. (3)